domingo, 12 de enero de 2014

Y si me piden que salte, dudo que lo haga, porque hay algo en mí que siempre manda,

que me pide la palabra, que reza por mí, por vos, por ustedes y por los justos.

Porque a mí también se me rompió la cabeza en cien mil cuando Gisela parió a Copito.

Seguramente tengas mil hijos más Negro, con nombres bíblicos y profanos, e iremos corriendo a tu llamado.

A esa selva espesa, húmeda, seca y crujiente.

Yo no tengo nada más.

Son tus gritos, los de él, los de ellos.

Son mis gritos, fuertes, ahogados, mezclados con sangre blanca.

Cristal.

Reparador de sueños.






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