Y si me piden que salte, dudo que lo haga, porque hay algo en mí que siempre manda,
que me pide la palabra, que reza por mí, por vos, por ustedes y por los justos.
Porque a mí también se me rompió la cabeza en cien mil cuando Gisela parió a Copito.
Seguramente tengas mil hijos más Negro, con nombres bíblicos y profanos, e iremos corriendo a tu llamado.
A esa selva espesa, húmeda, seca y crujiente.
Yo no tengo nada más.
Son tus gritos, los de él, los de ellos.
Son mis gritos, fuertes, ahogados, mezclados con sangre blanca.
Cristal.
Reparador de sueños.
Es hermoso.
ResponderEliminarParir un Dylan nunca, Negro.
Basta de religiones paganas.